domingo, 27 de mayo de 2018

no volveré a ser joven

duermo en una habitación
reconstruida. la forma
de mi cuerpo es la forma
de otros cuerpos sobre
esta cama inmensa.
llena de polvo.

cuántas veces de pie
ante este espejo.
las plantas frías
sobre el suelo color
verde años setenta
y mi cuerpo desnudo
cárdeno y blando
años noventa.

una llamada telefónica
con mi primera novia,
allá en dos mil trece.
la alegría agotadora
no cabía en estas paredes
así que se acabó
sin yo saberlo.

por la puerta se filtra
grave, incipiente,
la voz de
mi hermano
desde una época futura.
cierro los ojos
en sus mejillas ásperas
y aún espero
besos lampiños.

solo es mi madre
que tiende sábanas
en la terraza.
su olor es mezcla
de suavizante
y primavera.
el centro de mis huesos
recuerda dormir juntas
veinte años atrás.

con ambas manos cubro
el contorno de una taza
caliente y hablo
con mi abuela
de personas muertas
ignorando sus lapsus de memoria.

la música de las películas
es una isla en el paso
del tiempo.

este domingo
soy eternamente
vieja.

lunes, 14 de mayo de 2018

señor del asco


a las tres de la tarde
suenan las lavadoras
y el calor se amontona
sobre el patio de luces.

y los cuerpos hinchados
son verticales
las canciones mojadas
cubren paredes.

niña, abre los ojos,
abre tus ojos totalmente
y guarda cada ruido
donde guardas lo sucio
lo malvado lo antiguo
(lo familiar)

los ronquidos del padre.
los pasos de gacela
muriente de la madre.

las conversaciones que no entendemos.

el vientre que insinúa
un caballo de troya
de siete meses.

y él, él que posee todo
a todas
señor del asco
el ruido.
el dolor.

él que no vive
que es una llama
y un desecho.
un dios

que ronca
en la penumbra.

dios del dolor

si hablas
flojito
no te
verá.
si andas
rápido
podrás es
caparte.

dios del ruido

los cuerpos hinchados
son verti
cales

la canción des
ciende por las pa
redes

dios del asco

todo este tiempo
ha sido tarde

mira hacia abajo:
observa tus piernas
crecer.

miércoles, 2 de mayo de 2018

subes a un autobús
a trescientos kilómetros
de mí de mí
de las centellas

distraídamente mandas mensajes
de socorro a todos tus amigos
alguno llega
también a mí

lo ignoro
quince minutos

descansas la frente
contra el cristal
el frío te
devora
el pecho
la espalda

también las manos

y continúas buscando
alguna conexión
alguien en línea
en este momento
mientras el bus avanza
y en tu cara
brillan residuos
de luz tras la pantalla.

y tú cierras
los ojos respiras
hondo duermes
escasos segundos

en este interurbano que no llega
en este interurbano que se marcha.

tú esperas.
también vacía.
también yo.