viernes, 29 de septiembre de 2017

hoy he recorrido con google maps
las calles donde pasé los primeros años de mi vida
y los siguientes
y los siguientes hasta hace cinco
las calles donde he pasado
tres cuartos de mi vida.

era invierno
cuando se tomaron las fotos
lo sé porque el cielo
es de un azul sucio,
porque las mujeres
llevan cazadoras
ya gastadas otros años,
una vecina ahora anónima
fuma de pie, en mi portal
como solía hacer
hasta que lo dejó algunos años
antes de que me mudara,
lo sé porque el parque
de tierra, de columpios rotos,
de venas rotas en algún químico,
está vacío, lleno de arena,
y su desgastada
estructura de trepar naranja
es ridículamente pequeña
y nada naranja.

aún cierro la mano contra el hierro frío
y duro
y la dejo ahí un rato
hasta que el hierro
se calienta y lo reclamo
aún me conformo con poseer
el segundo piso de la estructura
mientras mis vecinos coronan la cima,
aún apoyo mis zapatillas baratas
contra la barra de metal horizontal
tan desgastada como los ojos
de las mujeres que nos vigilan
mientras hablan entre ellas,
obligadas a aguantarse
por nuestra vaga amistad infantil.
aún está mi hermano
siguiéndome los pasos
con sus piernas cortas
y sus mejillas rojas por el frío.
él solo llega al primer piso
pero estamos cerca y es bastante.

pronto será la hora de cenar. nos lla
marán gritando
a las ocho de la tarde
todos los niños sabremos
que es hora de volver.
cenaremos con mi madre
y si hay suerte seremos solo
nosotros tres.
la luz del salón es débil
y amarilla.

martes, 19 de septiembre de 2017

jon nieve, escúchame:
tu padre no te quiere.
tampoco es que tengas padre -aunque querrías-
pero pensemos,
pensemos en algún universo en el que
él te hubiera sostenido en brazos
y te hubiera cantado canciones
tristísimas, ajenas
a tu cerebro de dos años y medio
mientras contempla con perplejidad
tu cabello oscuro
y los rasgos dulces que asoman cuando duermes.
tu padre no está interesado en tu ombligo, jon nieve,
tampoco le preocupa
si estás bebiendo la leche a la temperatura adecuada
o elegirte la ropa interior correcta para ir al colegio.
nunca te ha recogido del colegio
-y si lo hiciera, tú tendrías miedo-
--y probablemente tardaría más de media hora en hacerlo
y tú llorarías mudamente con la cabeza baja
con toda la pena que te cabe en tu cuerpo de veinte kilos
abandonado en un banco junto con otro niño de tu clase
comiendo las galletas de una profesora que te considera patético--
le das igual a tu padre, jon nieve
está ocupado con la profecía o
eso que hace en el bar
-alguna vez te ha llevado al bar, pero es mejor
no pensar en eso-
--cómo has podido jugar con las chapas de las botellas
de cerveza tiradas en el suelo mientras nadie te hacía caso--
o está ocupado llorando
siempre está ocupado llorando
o bebiendo
teniendo el pelo largo
o la barba.
tu padre no te quiere
y no te va a querer
aunque estés muy callado siempre
aunque hagas los deberes
aunque le traigas las zapatillas de estar por casa
-cosa que te pide siempre que llega, apestando a
sudor y cereal líquido, como si fueras
un perro, su perro, siempre su perro-
tu padre no te quiere, jon nieve,
porque espera que salves al mundo
o más probablemente espera que lo salves
de alguna angustia que él no sabe precisar
porque has sido un hijo de la profecía
o de las convenciones sociales para adultos de hace veinte años
o más directamente de una violación a la mujer
a la que él dice amar
-no es que tú quieras pensar en eso-
 --pero ha sido así--.
a tu padre solo le importa
tu corazón
mantenerlo latiendo
mantenerte con vida
con una apariencia de normalidad
que no sería tal si alguien hiciera
las preguntas correctas
pero no es el caso:
eres un pájaro en el vacío
y un vaso de plástico aplastado
y un ser humano válido.

mejor que sepas esto, jon nieve,
porque se acerca
la masacre.