viernes, 17 de octubre de 2014




Se conocieron hace dos años. Ella llevaba bajo el brazo El lector de Schlink y tenía arcilla en los ojos. El libro se le cayó al suelo en mitad del paso de cebra y los dos se agacharon a recogerlo.

Ella era la mezcla más desconcertante de ganas de vivir y tristeza que él había conocido nunca. Tenía las manos suaves y hacía el amor como si lo necesitase. Procuraba no llorar delante de él.
Él se limitaba a abrazar más fuerte su cuerpo desnudo mientras entraba en ella, ensimismado con un lunar cercano al cuello contra el que frotaba su barba incipiente. Analogía hemisférica.
 Cuando se conocieron, él era virgen y ella le sacaba mucha experiencia. Había tenido parejas estables, amantes y algún affaire, había follado en unos baños públicos, había estado a punto de hacerlo en una cala apartada de la playa. Había amado activamente a muchas personas, aunque siempre estuvo obsesionada por una. Había sufrido. Amo el amor de los marineros que besan y se van, le había recitado una vez a él, sonriéndole desnuda con cierta malicia. Él supuso que hablaba en broma y se dispuso a morderle la cadera. Y las sábanas eran blancas y estaban arrugadas.
 El gotelé parecía un manto de estrellas bajo el cual amarla. Él, mientras, pensaba que su modo de entender y practicar el sexo estaba muy determinado por ella, su única amante. Esta idea comenzó a perturbarlo mientras ella se la chupaba. Si su modo de entender el sexo era el que ella había provocado que fuese (de acuerdo, concedamos un ligero margen a la iniciativa personal), ¿quién había determinado el de ella? ¿Habían sido todas aquellas personas con las que ella había tenido sexo o había sido sólo una, la primera? ¿O había sido aquella a la que había querido más o había sido tal vez aquella con la que lo había hecho más tiempo (él)? ¿Había sido a él a quien había querido más? Notaba el placer de su garganta subir por la columna.
 Tal vez él hiciese el amor como la exnovia de ella. Su exnovia lo haría como un exnovio lleno de polvo. El exnovio lo haría como el Padre Javi… Subir por la larga e intrincada cadena de intercambios sexuales resultaba inquietante y amarillo. Al final, se sintió como si estuviese metiéndole la polla en la boca a la humanidad completa, como si la humanidad completa le estuviese chupando la polla. La idea era abrumadora y quiso apartarse de ella, se sentía asfixiado como si la hubiese metido en la Boca de la Verdad de Roma y la Boca de la Verdad le hubiese preguntado “¿No me invitas al cine antes?” y sus manos trepasen por las nalgas y su espalda en un movimiento ascendente y catatónico para finalmente robarle un beso con sabor a semen. Ella se recostó en su pecho cerrando los ojos y él la abrazó, confuso.

Se conocieron hace dos años, sea lo que sea conocerse.

domingo, 12 de octubre de 2014

Gramsci yace sobre un lecho húmedo como el Cristo muerto de Mantegna. El tiempo que pase con las sábanas dolorsamente adheridas a la piel es el último. Gramsci, tras haber dado mucha guerra, es una metáfora del breve siglo XX.


— Gramsci muere besando una estampa del niño Jesús, conmovido. Uno de los fundadores del PCI se ha reencontrado con su niño interior. Son igual de altos. Parten juntos, de la mano, en busca de su dios. Una monja los despide.

—Gramsci muere girándose bruscamente hacia un muro para apartarse de una monja que quiere convertirle. Gramsci muere solo, con su cuñada, su hermano Carlo y la monja. Gramsci se abraza a sí mismo y echa a andar.

 
Llegado el momento, ve con Gramsci.

elle était fort deshabillé

Oh himno caído desde la noche
himno impreso en el aire
himno puente entre dos lenguas.
Oh silencio que estalla entre sus piernas
elle était fort déshabillée
oh silencio, único himno,
oh silencio, himno a mí misma.
Tout près, tout près
Oh himno a sus caderas y a sus ideas de plata
oh tiempo lánguido entre sus ideas de plata y sus caderas
oh lengua resbaladiza como el último tango en París.
Oh ruidosa carrera contra el polvo,
oh silencio después de amarla, mi único himno.
Había susurros de heroinómanos
que se combinaban entre sí para formar espirales de humo de mentira de rabia
que salían de los ojos llorosos de alguien
un hombre
sentado
todos los hombres el hombre
Había una lengua bicéfala húmeda canina vibrando contra el tiempo
para escupir una L
que estaba desgarrando un aire muy puro muy blanco el aire
había una chimenea taponada por un hombre cagando fuego
había un odio férreo como un beso de Panero.
Son las 7 de la tarde
la tierra asciende lentamente en un sopor naranja
aprieto el boli contra todo el progreso de mi especie
un ciprés se balancea, dudando si dejarse caer hacia la nada
el Cid lleva muerto algo más de cien mil años,
a lo lejos suena una ambulancia.
Afino el oído -no hace música-,
luego ya no se oye nada.
La ambulancia corrió hacia las puertas de cristal
donde la mediocridad separa
el plástico del papel y la basura
y la nada de la nada y la nada.

La ambulancia se ha ido. Se han llevado la ambulancia
y sobre la noche descienden
los labios de una mujer de nata
que susurran, en rojo, hirientes:
"A la nada, a la nada, a la nada".