lunes, 29 de diciembre de 2014

Búscala cuando se congelen las hojas de los árboles, cuando el sol sea distante como uno mismo, cuando el milagro de estar vivo quede eclipsado por la maldición de ser consciente de estar vivo y no seas capaz de ver que toda maldición es en sí misma un milagro y probablemente ocurra así también al revés, cuando seas un estúpido fan de Bukowski, cuando tus dientes sean colmillos de lobo manchados de sangre cálida que baja por tu cuello como un glaciar (despacio, arrasando, dejando surco para siempre), cuando se te caigan los dedos de rabia, cuando el deseo no exista. Huye a esa parte de ti donde la felicidad es limpia y corres por el mero placer de correr, donde te arropan los brazos del amante, donde una lengua tibia te quita el hielo a lametones agradecidos, donde no es necesario sonreír pero sí es posible, donde hay queso, donde el deseo no exista.


(me gusta lo del glaciar, pero la anáfora se acaba haciendo un poco pesada).

Breve apunte: muchos idiomas (chino, griego, latín,  QUÉ SÉ YO) utilizan como saludo una expresión que signifique "¡alégrate! ¡que estés bien!". Qué buenrollismo genérico así de repente. Qué asco.

domingo, 21 de diciembre de 2014

(sin álamos)

Camino por la sombra alargada de
perderme en los pájaros de tus ojos cuando miras la música,
tienes un aire triste como un padre
que renuncia a la pasión de su vida por sus vástagos ingratos hijos de mil putas.
Tienes un aire sólido mientras el hierro fundido
se desliza entre tus manos intentando abrazar una madera astillada
que se balancea arriba, abajo... arriba, abajo en el mar
duro y sólido de las jirafas ardiendo.
¡Manos despellejadas!
Camino en los resquicios de tu dolor (es un poema)
y, con sus jirones, formas increíbles como la dignidad.
¡Manos despellejadas! ¡Manos despellejadas!
Camino durante seis pelícanos enfurecidos bajo una luna de amianto.
Es tan noble tu figura sangrienta proyectada
contra una luz más brillante que la muerte.
Es tan noble la espada de la que se bifurcan tus brazos y mis labios,
y de tus brazos cuelgan todas las vidas posibles, iluminándome
la cara con sus luces de neón.
Camino a tu lado reflejada y ardiendo en tu pupila
y me miras y me miras como mirabas antes a la música
(sin álamos).
¡Manos despellejadas!
Era un hombre
tormenta. Llevaba días con
los ojos cerrados. No recordaba
su dni. Le habían atropellado
dos cohetes. Ya no distinguía
los colores. Era fan de
Ezra Pound. Tienes un lunar en
el hombro. Caminar es negar
el movimiento. Llorar es afirmar
la negación. Accidentes. Era un hombre
tormenta.