jueves, 26 de octubre de 2017

hace muchísimo viento en la avenida
que conecta tu casa con el aire muerto.
y es verdad que muchos coches
inmóviles y erráticos
nos buscan con la mirada
brillante nos acarician y si pudieran
lamernos lo harían sin dudarlo
y es verdad que esos coches nos buscan
y nos miran como un niño
a su hermano mayor o un germen
a las explosiones sí eso es verdad
y es verdad que te abrazo
como la noche a nuestros cuerpos pálidos
expandiéndome sobre ti con determinación
o algo parecido cercano al miedo
sí eso es verdad
y tus dedos tiemblan como tiembla la noche
también los ruidos metálicos y estos árboles
tan raros que nos cubren y cubren la avenida
y toda mi cara y me atraviesan el hígado
y se hunden en la carne suave entre tu hombro
y tu cuello, es verdad todo eso;
la noche parece confirmar
cómo se disuelve el cuerpo en la distancia
afirmar lo fácil que es soltar tus dedos
enmantados entre los ruidos metálicos
y lo fácil que habría sido no conocernos
si alguna vez lo hicimos como yo creo
es verdad que yo podría ser otras mil mujeres
y quizá lo soy y todas te amen
todas de pie entre esta niebla tan
huidiza, contigo frente al clamor de los faros
y la luz de los árboles
entre el metal
y la ruina
soy un haz de las mil mujeres que te aman
en esta isla inmóvil y errática
y tú eres improbable
pero cierta o eso pienso por cómo
tiemblan tus dedos contra la palma de mi mano
ahora yo pienso "todo esto es verdad"
incluso la avenida larga y los cadáveres
y estas palmeras el dolor y el olvido.
tu piel contrasta con el gris y la noche
de momento.
aún entiendo el lenguaje de los niños,
oigo el tumulto de los cementerios.
tener veinte años es estar en medio
de la charca, la panera y los pinos.
debajo de un ajado harapo en lino
late algo caliente, húmedo y ciego
como las voces dentro de un teléfono
o en el pecho duro los rojos gritos.
¿no escuchas tú también la voz del plástico?
¿el golpe en la madera de un cadáver?
¿el terrible alarido del amargo?
el mármol que se insinúa en la carne.
aún oigo el tumulto de los álamos,
entiendo el lenguaje de las madres.