miércoles, 11 de febrero de 2015

di amantes de espanto

Mira a sus padres
con huracanes dentro de la cabeza
 y sus manos guardan toda la destrucción de un instante.
Destaca entre sus circunstancias como
huellas de sangre sobre un cielo de un inabarcable
blanco que recuerda que
nada es virgen porque nada aguanta la presión constante
y la vida se resume en la presión constante de la nada.
Hombre, ama tu contexto.
El misil sólo es misil cuando explota en unas
coordenadas áridas y verdes como un café de somnolencia.
Y qué sería de Berceo si sus pasos doblasen al ritmo de
las campanas
en alguna noche
de alguna calle de alguna ciudad
de algún tiempo convulso y mojado de espasmos que no fuese el suyo.
Imagina a Berceo más allá del posmodernismo nadando
entre palmeras muertas
y sin los arañazos de todos los dientes que cruzaron su pecho.
Imagina a Berceo mientras un ejército de pájaros rojos, verdes y naranjas
intrincadas figuras, caderas, sonrisas, coños, ansiedad, escarlatina
conquista Ultramar por última vez.
Imagínalo en la respiración contenida de los años 30,
y muerto en batallas de Troya,
roto, roto, roto como esa luz
y sus intestinos derramados como ofrenda
como un saco de joyas.
Hombre, ama tu contexto.
Sin las líneas la música se hunde en el vacio
y tú
como un muelle perverso encerrado en un brick
te meces esperando que alguien te abra.
Mira a su madre
con huracanes dentro de su cabeza
y sus manos guardan toda la destrucción de un instante.

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