lunes, 29 de diciembre de 2014

Búscala cuando se congelen las hojas de los árboles, cuando el sol sea distante como uno mismo, cuando el milagro de estar vivo quede eclipsado por la maldición de ser consciente de estar vivo y no seas capaz de ver que toda maldición es en sí misma un milagro y probablemente ocurra así también al revés, cuando seas un estúpido fan de Bukowski, cuando tus dientes sean colmillos de lobo manchados de sangre cálida que baja por tu cuello como un glaciar (despacio, arrasando, dejando surco para siempre), cuando se te caigan los dedos de rabia, cuando el deseo no exista. Huye a esa parte de ti donde la felicidad es limpia y corres por el mero placer de correr, donde te arropan los brazos del amante, donde una lengua tibia te quita el hielo a lametones agradecidos, donde no es necesario sonreír pero sí es posible, donde hay queso, donde el deseo no exista.


(me gusta lo del glaciar, pero la anáfora se acaba haciendo un poco pesada).

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