domingo, 21 de diciembre de 2014

(sin álamos)

Camino por la sombra alargada de
perderme en los pájaros de tus ojos cuando miras la música,
tienes un aire triste como un padre
que renuncia a la pasión de su vida por sus vástagos ingratos hijos de mil putas.
Tienes un aire sólido mientras el hierro fundido
se desliza entre tus manos intentando abrazar una madera astillada
que se balancea arriba, abajo... arriba, abajo en el mar
duro y sólido de las jirafas ardiendo.
¡Manos despellejadas!
Camino en los resquicios de tu dolor (es un poema)
y, con sus jirones, formas increíbles como la dignidad.
¡Manos despellejadas! ¡Manos despellejadas!
Camino durante seis pelícanos enfurecidos bajo una luna de amianto.
Es tan noble tu figura sangrienta proyectada
contra una luz más brillante que la muerte.
Es tan noble la espada de la que se bifurcan tus brazos y mis labios,
y de tus brazos cuelgan todas las vidas posibles, iluminándome
la cara con sus luces de neón.
Camino a tu lado reflejada y ardiendo en tu pupila
y me miras y me miras como mirabas antes a la música
(sin álamos).
¡Manos despellejadas!

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