jueves, 20 de marzo de 2014

sfk

Mentíamos al atardecer, que es la mejor hora del día. Porque tu noche es demasiado triste y demasiado eterna, cuando amanece tengo fríos los pies de cazar moscas, la hora de comer no es la hora de comer y por la tarde saco al perro. Mentíamos al atardecer porque, por qué, por qué no.

Siempre me gustaron las cosas rotas, y si no lo estaban, las rompía para que me gustaran o gustasen o se parecieran a mí. Esta baldosa roja también está rota, aunque apenas se nota. Justo por la esquina... aunque ahora, al atardecer, es imposible verlo. Esta terraza tan alta siempre ha sido una mentirosa. 
Baldosa de mi terraza con una esquina rota.
Parpadeo levemente y reconozco que saludo a los vecinos alzando levemente la mano siniestra, aunque no sean mis vecinos porque yo no vivo aquí y ni siquiera sé dónde, cómo, cuándo, quién, por qué, qué o si vivo. La libertad era eso, vagar por las calles con los ojos entornados, despacio, porque la libertad pesa mucho a veces. Esperpento cosmopolita, no puede llevarme el viento porque el viento soy yo, aunque cómo me araño en noviembre. La libertad, en fin, era eso, quemar los días como si me sobraran.
Un parpadeo dura para siempre, pero cuando pasa, siempre está el abismo. El abismo de asfalto de mi terraza de baldosa con una esquina rota, palíndromo, no era un palíndromo, pero te he hecho mirar. Diletante. Bilirrubina. Sacacorchos. 
Manzana de cemento.
Filipino, al atardecer siempre me pregunto cómo será sentirse hombre pájaro durante diez segundos, y tauro. Quedamos en que el abismo de las hojas secas nos llamaría, pero sólo me llama a mí. ¡Fuego! Y reírse de la gravedad diez segundos desde la terraza hasta el abismo de asfalto. 
(Te veo de refilón en el reflejo naranja del atardecer sobre los coches grises...)
Mentíamos al atardecer porque las verdades flotan en los cereales de cartón por la mañana, porque por la noche eres ambigua. Eras. ¿Serás? Fuiste. ¿Fuimos? Matamoscas. No seremos sino gris de olor azul, yo habría sido rojo y breve. Será ceniza sin sentido. Nos hubiéramos visto. 
Pero nunca en esta terraza mentirosa, bastión de la indecisión. Salgo de mi prisión vespertina mientras el sol se pone en el Imperio, y ya no me interesa este abismo al que me até con un lacito rosa hace dos abriles. Por las noches soy persona, persiana y disléxico. Para mis vecinos soy un amante de las puestas de sol. En el fondo, estoy buscándome.
Hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario