miércoles, 2 de mayo de 2018

subes a un autobús
a trescientos kilómetros
de mí de mí
de las centellas

distraídamente mandas mensajes
de socorro a todos tus amigos
alguno llega
también a mí

lo ignoro
quince minutos

descansas la frente
contra el cristal
el frío te
devora
el pecho
la espalda

también las manos

y continúas buscando
alguna conexión
alguien en línea
en este momento
mientras el bus avanza
y en tu cara
brillan residuos
de luz tras la pantalla.

y tú cierras
los ojos respiras
hondo duermes
escasos segundos

en este interurbano que no llega
en este interurbano que se marcha.

tú esperas.
también vacía.
también yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario