hoy he recorrido con google maps
las calles donde pasé los primeros años de mi vida
y los siguientes
y los siguientes hasta hace cinco
las calles donde he pasado
tres cuartos de mi vida.
era invierno
cuando se tomaron las fotos
lo sé porque el cielo
es de un azul sucio,
porque las mujeres
llevan cazadoras
ya gastadas otros años,
una vecina ahora anónima
fuma de pie, en mi portal
como solía hacer
hasta que lo dejó algunos años
antes de que me mudara,
lo sé porque el parque
de tierra, de columpios rotos,
de venas rotas en algún químico,
está vacío, lleno de arena,
y su desgastada
estructura de trepar naranja
es ridículamente pequeña
y nada naranja.
aún cierro la mano contra el hierro frío
y duro
y la dejo ahí un rato
hasta que el hierro
se calienta y lo reclamo
aún me conformo con poseer
el segundo piso de la estructura
mientras mis vecinos coronan la cima,
aún apoyo mis zapatillas baratas
contra la barra de metal horizontal
tan desgastada como los ojos
de las mujeres que nos vigilan
mientras hablan entre ellas,
obligadas a aguantarse
por nuestra vaga amistad infantil.
aún está mi hermano
siguiéndome los pasos
con sus piernas cortas
y sus mejillas rojas por el frío.
él solo llega al primer piso
pero estamos cerca y es bastante.
pronto será la hora de cenar. nos lla
marán gritando
a las ocho de la tarde
todos los niños sabremos
que es hora de volver.
cenaremos con mi madre
y si hay suerte seremos solo
nosotros tres.
la luz del salón es débil
y amarilla.
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